miércoles, 18 de diciembre de 2019

El Palacio de Telecomunicaciones de Valladolid: la funcionalidad por delante de la estética.

Fachada neoplateresca del palacio a principios de siglo.

De entre todo el patrimonio que ha sido intervenido en algún momento es sin duda el del siglo XX el que más daños ha sufrido por formar parte de la expansión urbana de los últimos 150 años por ser el más joven, por tanto se ha entendido que de menor valor histórico. También podríamos añadir como hándicap el formar parte de las corrientes de la arquitectura historicista que dieron a luz a los denominados neos como revivals de arquitecturas precedentes y, por tanto, desvalorizadas por no ser “originales”.
Este es el caso del Palacio de Correos y Telégrafos de Valladolid, situado en la plaza de la Rinconada y obra del arquitecto Jerónimo Arroyo. Su construcción en 1922 no es ni mucho menos un caso aislado, ya que en 1908 Emilio Ortuño y Berte es nombrado Director General de Correos y pone en marcha un plan de modernización del servicio que nos ha heredado edificios tan conocidos como el Palacio de Comunicaciones de Madrid. Este plan de adecentar las casas de correos obedecía a un momento en el que los servicios de comunicación como el telégrafo se extienden por el país y crece su importancia, por lo que las cortes decidieron financiar los proyectos con el objetivo de crear sedes de correos monumentales, imponentes, céntricas (junto al ayuntamiento), funcionales y bellas. Así pues, en este momento se construyen algunos de los Palacios de Correos que podemos ver en distintas capitales de provincia de estilo neorrenacentista, neoplateresco o neobarroco que entonces se entendía que eran las arquitecturas que mejor representaban la tradición artística nacional como una forma de vincular el arte, monumentalidad y el pasado imperial con la intención política nacionalista en respuesta al desastre del 98.
Tras varios vaivenes e intentos fallidos en 1915 sale por fin el concurso para los proyectos y solares del que surgen la mayoría de estas sedes-palacio y el de Valladolid lo ganan Jerónimo Arroyo y su colega Luis Ferrero y Tomás con un proyecto de edificio neoplateresco. El solar se componía de antiguas posadas y parte de las dependencias de la Iglesia de Jesús lo que le daba una forma irregular de triangulo escaleno que se decidió salvar organizando las dependencias entorno a un patio central cubierto como centro de funciones y con unas fachadas de inspiración claramente neoplateresca. El alzado se compone de tres pisos más sótano y las fachadas se organizaron a través de grandes arquerías ocupando los dos primeros pisos y una hilera de ventanas de medio punto ejecutadas en ladrillo para el tercer piso que recuerdan a la tradición mudéjar. Las cornisas estaban coronadas en origen con una elegante balaustrada de inspiración renacentista con los escudos de Valladolid.

En 1961 el edificio ya había perdido los remates de la balaustrada.

El acceso mediante un arco de medio punto se hace por la fachada principal orientada al noreste, en una esquina trapezoidal que se forma en el centro, y que estaba rematada por una torre del reloj cuadrada muy similar a la del Palacio de Comunicaciones de Madrid. Aquí se encontraba en origen una puerta de hierro repujado con un tímpano de flores y dragones en torno al escudo de la ciudad que ahora ocupan una puerta de acero y cristal modernos y el cartel de correos sobre el que se sitúa el antiguo tímpano de hierro repujado. Por último, las fachadas se embellecían con obras artesanales tales como las rejas de inspiración renacentista, los azulejos con temas del siglo XVI y los estucados con molduras y elementos arquitectónicos platerescos y renacentistas. En el momento de su inauguración el edificio fue elogiado por su luminosidad, distribuciones e inspiración en la tradición neoplateresca castellana.


Puerta principal en la actualidad.

Sin embargo, con el objetivo de ampliar el edificio con una cuarta planta a mediados de los sesenta debido a la falta de espacios se añadió un nuevo piso anodino y sin plasticidad que hizo desaparecer la torre del reloj y la balaustrada platerescas, por lo que el edificio perdió su carácter nobiliar y la estructura palaciega por un volumen que ha igualado la fachada de la puerta principal con el resto del edificio y le ha dado una sobriedad que concuerda con el mensaje de rectitud moral de la época. Así, un edificio que era exponente de una acción conjunta y una época fue transformado por una cuestión de funcionalidad, sin atender a si era preciso conservar el estado original o no dado que era un edificio relativamente joven.

Estado actual del edificio con la reforma de los años 60.

Bibliografía y enlaces de interés:

Berzal, E. (4 de marzo de 2017). El destrozado palacio de los carteros. El Norte de Castilla. Recuperado de: https://www.elnortedecastilla.es/valladolid/201703/04/destrozado-palacio-carteros-20170211120917.html
Valladolid Web. Monumentos y Edificios. Edificio de Correos. Recuperado de: 
Baladrón Alonso, J. (4 de febrero de 2014). Arte en Valladolid. La obra del arquitecto modernista Jerónimo Arroyo en Valladolid. Recuperado de: http://artevalladolid.blogspot.com/2014/02/la-obra-del-arquitecto-modernista.html

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