lunes, 20 de abril de 2020

La Torre Nueva de Zaragoza: la falta de protección del patrimonio en el XIX.

Mural de la Torre Nueva en la calle Torre Nueva, Zaragoza.

La Torre Nueva de Zaragoza constituye uno de los ejemplos de patrimonio histórico derruidos a causa de la especulación urbanística. Y que mejor ejemplo que volver a uno de mi propia ciudad. Se trataba de una torre inclinada mudéjar civil levantada entre 1504 y 1512 por orden del concejo para alojar el reloj de la ciudad (obra del relojero Jaime Ferrer) y las campanas que dieran las horas en la actual Plaza de San Felipe. También servía como punto de visión para controlar incendios y durante los asedios. En su construcción intervinieron tanto maestros de obras cristianos como Gabriel Gombao y Antón Sariñena, como los moriscos Ismael Allabar y Monferriz y hasta un hebreo llamado Jude Galí. Para algunos autores era la sustitución de una torre andalusí previa del siglo X-XI.
Como suele ser habitual en las torres mudéjares, la torre es de ladrillo cara vista y medía 80 metros divididos en cuatro niveles siendo el primero con forma de estrella de dieciséis puntas y un zócalo octogonal y los siguientes octógonales con contrafuertes siendo un caso habitual en otras torres mudéjares como la de Santa María de Calatayud. Las techumbres en origen eran ocho pirámides rematadas por esferas de piedra que fueron sustituidas en 1680, en 1749 se opto por un chapitel con una aguja triple en pizarra que fue retirado en 1878 por otro mas sencillo a cuatro aguas. La fachada del conjunto estaba adornada, como suele ser habitual en el mudéjar, con paños de lacerias, cerámicas pintadas, angrelados, cruces, estrellas, espinas de pez, arcos ciegos geminados, etc, con vanos apuntados en el segundo y tercer nivel, y una galería de arcos de medio punto en el cuarto. 

Torre Nueva con el chapitel del XVIII.

El reloj de la torre fue situado en el segundo cuerpo y sustituido en múltiples ocasiones a lo largo de su dilatada existencia, siendo el ultimo colocado solo 12 años antes de su derribo por Pedro Pitschel. Sin embargo, su mayor característica se la daba su palpable inclinación. Dicha inclinación se la daba un defecto de fábrica entre el primer y segundo cuerpo al fraguar antes el lado sur que el norte por la rapidez en su construcción (en solo 15 meses) ocasionando que la torre se inclinara hacia esta dirección. Durante los casi 4 siglos que estuvo en pie su peculiaridad no pareció que hiciera peligrar su estabilidad pues entre 1741 y 1868 se realizaron informes donde se atestigua que la inclinación no comportaba peligro de colapso.
Esfera del reloj en el museo de la Despensa de Montal.

A causa de dicha inclinación acabó convirtiéndose en símbolo de muchas de las imágenes y grabados tomados de la ciudad de la misma forma que el campanario de la catedral de Pisa aparece en muchas postales. Además, Zaragoza era famosa por la innumerable cantidad de torres y campanarios que se erguían sobre el caserío, pero la torre del reloj era la más impresionante de todas. De hecho, en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós (1872-1912) el autor la describía como un enorme gigante que parecía que miraba al espectador desde el cielo y el que la veía desde el suelo tenia la impresion de que la torre se le venía encima.
Grabado alemán de la Torre Nueva de 1828.

En 1846 una tormenta deja la torre dañada y empezaron las quejas de los vecinos de la zona por miedo a un posible derrumbe por falta de mantenimiento pese a que llevaban 3 siglos y medio viviendo bajo la sombra de una torre inclinada. El arquitecto José de Yarza y Miñana aconsejó su restauración, pero otros eran de la opinión de que la torre no tenía valor artístico y debía ser derribada. El arquitecto consigue que le dejen repararla en 1858. En 1869 los arquitectos Pedro Martínez Sangrós y Juan Atienza vuelven a dar fe de que la torre no tiene ningún problema de estabilidad, pero las quejas no paran.
Torre Nueva tras 1878 con un tejado más modesto.

En 1892 los arquitectos de la Real Academia de San Fernando Antonio Ruíz de Salces y Simón Ávalos dan un informe negativo aduciendo peligro de derrumbe por la inclinación y el ayuntamiento procedió a su demolición pese a que intelectuales como los hermanos Gascón de Gotor y vecinos se opusieron al derribo. En 1893 la torre había sido demolida, las campanas fueron llevadas al campanario del Pilar en 1896, el reloj está ahora en el Museo de la Torre Nueva en el restaurante Despensa de Montal  y curiosamente dejaron a los vecinos subir a la torre para despedirse pese al peligro de derrumbe.
Hoy día, la legislación no habría permitido desmantelar esta torre salvo que hubiera peligro inminente de derrumbe. Cuando fue derribada realmente comenzaban a estructurarse los mecanismos de protección del patrimonio, pero en aquel entonces solo contaba con las críticas y opiniones de expertos y el público. En la actualidad de ella solo quedan las losas del suelo que marcan su emplazamiento en la plaza San Felipe, una escultura en bronce de Santiago Gimeno Llop de un memorial de 1991 y un mural pintado sobre la fachada de un edificio de la calle Torre Nueva por los restauradores Vicente Gómez Arbiol y Fabiola Gil Alares. Este ultimo formó parte de una propuesta de la arquitecta Úrsula Heredia en 2008 de pintar monumentos desaparecidos de la ciudad.
Mural, lugar de la edificación y el Niño Sentado en la Plaza de San Felipe.

Bibliografía y enlaces de interés:

Ferrández Sancho, G. (2 de mayor de 2016) La Torre Nueva. Zaragoza. La Historia de un "Turricidio". El Viaje de la Libélula. Recuperado de: https://www.elviajedelalibelula.com/single-post/2016/05/02/La-Torre-Nueva-Zaragoza-La-historia-de-un-Turricidio

Tzagr alAndalús. Aragón andalusí. La Torre Nueva de Zaragoza. Recuperado de: https://sites.google.com/site/zagralandalus/la-torre-nueva-de-zaragoza

miércoles, 12 de febrero de 2020

Castillo de Matrera: cuando la restauración es más importante que el monumento.


Vista actual del castillo de Matrera.

Hoy volvemos con otro caso de restauración de los que acaban saliendo en los periódicos, se trata del castillo de Matrera de Villamartín (Cádiz). Concretamente hablamos de su maltrecha torre del homenaje que sobresale sobre el conjunto de un castillo levantado en el siglo IX por Omar ibn Hafsún, miembro de una familia muladí de hispano-godos que en ese momento inició una rebelión desde su centro de poder en Bobastro contra los omeyas de Córdoba por los privilegios de la aristocracia árabe sobre bereberes, muladíes y mozárabes. La rebelión ocupó buena parte de los que más tarde se conocería como el reino nazarí de Granada y el castillo se levantó para defender y controlar las alquerías del territorio de la fronteriza ciudad de Iptuci en la cora de Ronda. Tras la rebelión, el castillo sobrevivió hasta su conquista por la orden de Calatrava para Fernando III en el siglo XIII quien lo reconstruye. En 1256 Alfonso X lo dona junto con su territorio a la orden, pero el castillo vuelve a manos musulmanas en el siglo XIV, pasando a ser conquistado en 1341 por Alfonso XI quien lo cede al concejo de Sevilla.
El castillo reconstruido por los cristianos se eleva sobre el antiguo castillo andalusí del que solo se conservan algunos muros de tapial (que se cree estaban encalados) en la torre del homenaje y constituye el punto mas alto del cerro Pajarete. El castillo cuenta con dos secciones: una la constituye el patio de armas o albacar de grandes dimensiones (185 metros de longitud) al que se accede por dos puertas, una al oeste llamada Puerta del Homenaje, y otra al este llamada Puerta del Este, todo el recinto se encuentra defendido por murallas. El recinto tiene forma elíptica y era donde se refugiaba la población y el ganado cuando se encontraba bajo asedio. La otra sección la forma la torre del homenaje de forma rectangular que mide 15 metros de largo por 10 de ancho con muros de 3 metros de grosor y se sitúa sobre una pendiente irregular. Consta de dos plantas cubiertas por bóvedas de medio cañon siendo la baja de lajas de piedra y la superior de ladrillos rojos, además la torre contaba con saeteras de las que solo se conservan tres. Todo el recinto contaba con numerosos torreones en las murallas al norte, oeste y sur, además de las dos que defendían cada puerta, pero solo se conservan los cimientos. Todo el conjunto tenía más de 500 metros cuadrados.

La torre del homenaje antes de colapsar.

El castillo es Monumento Nacional desde 1949 y como todos los demás castillos es BIC desde la promulgación de la ley de patrimonio histórico español de 1985. Sin embargo, son tantos y en tan mal estado que la administración deja que la mayoría queden en ruinas hasta que colapsen ante la imposibilidad de mantenerlos todos pese a que está obligada a ello. Aunque ya estaba en ruinas, en 2013 se hunden las bóvedas de la torre del homenaje llevándose ambas plantas, uno de los muros y parcialmente otro pese a que el ayuntamiento había advertido del riesgo de colapso a la Junta.

Estado de la torre tras el derrumbe.
Estado interno de la torre tras el derrumbe.

Hasta 2015 la Junta no decide restaurar el monumento con un proyecto que recibió muchas críticas desde el principio basadas fundamentalmente en que hace una interpretación de la legislación y los principios de restauración bastante libre. Concretamente es una estructura a modo de lienzo en blanco que alcanza la volumetría original, imitando el encalado blanco que tenía en origen el castillo y que ha solucionado los problemas estructurales del muro original restante añadiendo algunos fragmentos derrumbados también.

La intervención llevada a cabo en la torre.

La polémica surgió cuando muchas de las criticas apuntaron a que se había hecho una interpretación de la ley tan literal que se había desvirtuado su intención. La ley de patrimonio exige que se eviten las reconstrucciones en lo posible siguiendo los criterios en restauración que, por ejemplo, vemos en la Carta de Cracovia que pide evitar la reconstrucción en orden de mantener la autenticidad del monumento y, en caso de hacerse, deben dejarse patentes las diferencias entre la restauración y el original. Esto explica la enorme diferencia entre el muro desnudo y el encalado en blanco que pretende imitar el estado original. Pero, además, la ley de patrimonio histórico andaluz dice sobre las restauraciones y consolidaciones que los elementos utilizados deben ser compatibles con los del monumento, con su técnica constructiva y sobre todo reversible.
La cuestión es que el intento de reconstruir un castillo árabe encalado que luego fue reconstruido por cristianos junto con el precepto de diferenciar el original del restaurado han dado como resultado un aspecto que desvirtúa el entorno que tenía actualmente. Sin embargo, el estado de avanzada ruina exigía solucionar los problemas estructurales que tenía la torre.
El interior de la torre tras la restauración.

Al final, habría sido más sencillo realizar desde el principio una restauración antes de que se hundiera la torre del homenaje o en caso de haber esperado a que se hundiera, restaurar y consolidar en lo posible la estructura que había. Posiblemente el único problema que se le puede achacar es la profundidad de la reconstrucción (que no dudo que fuera necesaria) con respecto al resto de la ruina. Además el intento de recuperar un determinado aspecto de la evolución del edificio, contraponiéndose con lo que queda del actual, da un resultado bastante chocante. Habría sido más sencillo repetir otras restauraciones que se hacen sobre sistemas defensivos permitiendo ver las diferencias a simple vista, pero manteniendo una cohesión estética como el caso de la Torre Bofilla que fue restaurada y en la que se ven las diferencias de las intervenciones mediante las texturas.
Torre Bofilla restaurada en Bétera.

Bibliografría y enlaces de interés:

Juan Santágueda, B. (18 de abril de 2016). ¿Es el castillo de Matrera el nuevo Ecce Homo? Hombre de Palo. Recuperado de: http://hombredepalo.com/castillo-matrera-nuevo-ecce-homo
Lista Roja del Patrimonio (30 de octubre de 2014). Castillo de Matrera. Hispania Nostra. Recuperado de: https://listarojapatrimonio.org/ficha/castillo-de-matrera/
Ming, Wu. (12 de abril de 2016). A propósito de la restauracion del castillo de Matrera. Grupo Arqueología Social. Recuperado de: https://grupoarqueologiasocial.wordpress.com/2016/04/12/a-proposito-de-la-restauracion-del-castillo-de-matrera/

martes, 7 de enero de 2020

El Teatro Romano de Saguntum: y por qué la ley es reticente a las reconstrucciones.




Teatro Romano de Sagunto en 1970.

En 1985 el estado Español vio nacer la actual Ley de Patrimonio Histórico Español cuyo objetivo era la defensa y consolidación del patrimonio. Sin embargo, en lo que a obras de intervención dentro de este patrimonio se refiere hay un artículo que ha suscitado algunas de las mejores restauraciones y consolidaciones, pero también algunos de los mayores destrozos sobre el patrimonio, dependiendo de la interpretación que se le haya dado a la ley para elaborar los proyectos. El artículo en concreto es el art. 39 de la Ley del Patrimonio Histórico Español que trata por encima sobre cómo han de ser las intervenciones de consolidación y restauración. En concreto, en su apartado 2 dice:

“En el caso de bienes inmuebles, las actuaciones a que se refiere el párrafo anterior (se refiere a obras de intervención) irán encaminadas a su conservación, consolidación y rehabilitación y evitarán los intentos de reconstrucción, salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos y pueda probarse su autenticidad. Si se añadiesen materiales o partes indispensables para su estabilidad o mantenimiento, las adiciones deberán ser reconocibles y evitar las confusiones miméticas.”

De este artículo hay bastantes ejemplos en los que se ha interpretado la ley de manera bastante libre o demasiado literal, según se mire, dando como resultado a casos como el del Teatro Romano de Saguntum que llenó páginas de periódicos la década pasada.
El teatro fue fruto de la expansión urbana de la ciudad de época julio-claudia por las laderas sobre las que se asentaba la ciudad y fue planificado en época de Tiberio entre el año 14 y el 37 d. C. con dos fases constructivas, una en torno al año 50 y otra del siglo III que supuso su remodelación. Como es típico en las construcciones romanas fue levantado en opus caementicium. 
El teatro se situaba al noroeste del foro dominando las terrazas intermedias de la ciudad y se aprovecharon las superiores para alzar el graderío, pero el resto del edificio se construyó a una cota más baja con una cimentación radial que salva los desniveles. Todo ello a la vez que se disponen los corredores, vomitorios y los sistemas de evacuación de aguas.
El conjunto se encuentra perfectamente proporcionado a partir de la longitud de su orchestra que organiza los accesos y los diferentes graderíos de la cavea que corresponden con los tres niveles del scaenae frons. Durante la siguiente fase constructiva del siglo III se añadieron un anillo superior en la cavea que facilitara la circulación y se añadieron estancias anexas a los lados de la escena. Una de estas estancias llamadas “basílicas” se encuentra impermeabilizada por lo que podría haber sido un depósito de agua utilizado para inundar la orchestra y permitir espectáculos acuáticos destinados a obras cómicas. Como restos importantes también aparecieron algunos capiteles corintios y una inscripción en íbero que atestigua que este pervivió pese a la romanización.

Teatro Romano de Sagunto en algún momento del siglo XX.


Pese a su cuidada proporcionalidad, lo cierto es que no queda mucho de su interpretación iconográfica pues la mayoría se ha perdido y la escena se derrumbó, pero singular es el espacio central que se sitúa sobre la cavea donde estaría alguna imagen importante como un dios o el emperador. En cambio, seguramente el frente escénico contaría con un importante programa iconográfico y se componía de tres niveles dispuestos en tres semicírculos siendo el central más importante. Como singularidad, frente a la escena se instaló en el hyposcaenium dos muros paralelos y compartimentados para instalar un sistema de poleas que elevaba un telón decorado que ocultaba la escena.
El teatro se trata de uno de los mejor conservados (antes de la restauración quiero decir) y resulta curioso que todavía se mantuviera activo durante el siglo III cuando otros teatros como el de Caesaraugusta empezaron a ser desmantelados o quedaron en ruinas cuando el cristianismo acabó con estos entretenimientos. En algún punto de los siglos siguientes como todos los teatros antiguos terminó siendo abandonado y durante el medievo pasó a formar parte de las defensas del castillo de Sagunto, lo que ha facilitado su conservación, pero también posiblemente sea la causa del derrumbamiento de la escena. Desde el siglo XVI al XX se ha venido reproduciendo en imágenes como la obra de Anton van der Wyngaerde en 1563 para Felipe II y distintos académicos de la Academia de San Fernando le prestaron atención durante el XVIII y XIX. Finalmente en 1896 fue declarado Monumento del patrimonio histórico de España, pero durante el XX cayó en un absoluto abandono y desprotección construyéndose un museo adosado a su escena y utilizándose para representaciones teatrales por lo que se construyó una nueva escena de hormigón sobre lo que quedaba de la antigua.

Dibujo de Sagunto por Anton van der Wyngaerde en 1563 donde se observa el teatro sobre la ladera.

Hacia 1984 se decidió atender su deterioro y se planteó rehabilitarlo como teatro activo. Entre 1988 y 1989 la Generalitat y el ayuntamiento aprobaron el proyecto de Giorgio Grassi y Manuel Portaceli y pese a que se contó con supervisión de académicos especializados desde el principio se advirtió de que las obras suponían una construcción y no una restauración. A grandes rasgos se cubrió con mármol y hormigón la casi totalidad de la antigua cavea con excepción de los extremos donde se sitúan los vomitorios y se volvió a levantar una interpretación del frente escénico hasta su antigua altura. La profundidad de la reconstrucción hizo que en 1993 se iniciaran acciones legales contra las obras y el Tribunal Superior de Justicia de Valencia declaró las obras ilegales por incumplir el artículo 39.2  de la Ley de Patrimonio Histórico Español, que ya hemos visto antes, por considerar que la desproporción de la reconstrucción era tal que ocultaba casi por completo la ruina original. El Tribunal Supremo confirmo los fallos en reiteradas ocasiones pese a los recursos de la Generalitat y el ayuntamiento que finalmente alegaron que ya no podían deshacer las obras por una cuestión presupuestaria y por la imposibilidad de recuperar lo dañado por lo que en 2009 se estimó que no era posible deshacer dicha restauración.

El teatro actualmente.
El aspecto de la cavea y el frente escénico en la actualidad.

Si he decidido empezar por lo que dice el artículo 39.2 es porque un problema que a menudo aparece en las restauraciones más polémicas es que como en este caso se aplican a medias tintas, demasiado literales o con poco rigor (o sentido común) bien por ignorancia o por interés y realmente algo subjetivas. La ley pretende que las intervenciones sean principalmente de restauración y consolidación, siendo las reconstrucciones (preferiblemente reversibles) casos especiales con partes originales o en casos de que peligre la estabilidad y mantenimiento con materiales que permitan reconocer la restauración. En el caso de hoy, se levantó un frente escénico sobre los restos del antiguo que llevaba derrumbado tal vez un milenio, pero seguramente lo más llamativo (y lo que más salió en los periódicos) sea la reconstrucción casi completa que se hizo sobre las gradas con una nueva cubierta de mármol que obviamente no procede del yacimiento del teatro. Parece que en este caso primó, antes que la restauración, la intención de acomodarlo al uso como recinto de espectáculos al aire libre.

Representación de una ópera por la noche.

Bibliografía y enlaces de interés:


Navascués Palacio, Pedro (2004). El teatro romano de Sagunto: ayer, hoy y mañana. En: "Del ayer para el mañana. Medidas de Protección del Patrimonio". Fundación Patrimonio Histórico de Castilla y León, pp. 409-420.
El Supremo ordena desmantelar la reforma del teatro romano de Sagunto (2 de enero de 2008). 20 Minutos. Recuperado de: https://www.20minutos.es/noticia/328549/0/valencia/teatro/sagunto/
Ley del Patrimonio Histórico Español (29 de junio de 1985). Recuperado de: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-12534

miércoles, 18 de diciembre de 2019

El Palacio de Telecomunicaciones de Valladolid: la funcionalidad por delante de la estética.

Fachada neoplateresca del palacio a principios de siglo.

De entre todo el patrimonio que ha sido intervenido en algún momento es sin duda el del siglo XX el que más daños ha sufrido por formar parte de la expansión urbana de los últimos 150 años por ser el más joven, por tanto se ha entendido que de menor valor histórico. También podríamos añadir como hándicap el formar parte de las corrientes de la arquitectura historicista que dieron a luz a los denominados neos como revivals de arquitecturas precedentes y, por tanto, desvalorizadas por no ser “originales”.
Este es el caso del Palacio de Correos y Telégrafos de Valladolid, situado en la plaza de la Rinconada y obra del arquitecto Jerónimo Arroyo. Su construcción en 1922 no es ni mucho menos un caso aislado, ya que en 1908 Emilio Ortuño y Berte es nombrado Director General de Correos y pone en marcha un plan de modernización del servicio que nos ha heredado edificios tan conocidos como el Palacio de Comunicaciones de Madrid. Este plan de adecentar las casas de correos obedecía a un momento en el que los servicios de comunicación como el telégrafo se extienden por el país y crece su importancia, por lo que las cortes decidieron financiar los proyectos con el objetivo de crear sedes de correos monumentales, imponentes, céntricas (junto al ayuntamiento), funcionales y bellas. Así pues, en este momento se construyen algunos de los Palacios de Correos que podemos ver en distintas capitales de provincia de estilo neorrenacentista, neoplateresco o neobarroco que entonces se entendía que eran las arquitecturas que mejor representaban la tradición artística nacional como una forma de vincular el arte, monumentalidad y el pasado imperial con la intención política nacionalista en respuesta al desastre del 98.
Tras varios vaivenes e intentos fallidos en 1915 sale por fin el concurso para los proyectos y solares del que surgen la mayoría de estas sedes-palacio y el de Valladolid lo ganan Jerónimo Arroyo y su colega Luis Ferrero y Tomás con un proyecto de edificio neoplateresco. El solar se componía de antiguas posadas y parte de las dependencias de la Iglesia de Jesús lo que le daba una forma irregular de triangulo escaleno que se decidió salvar organizando las dependencias entorno a un patio central cubierto como centro de funciones y con unas fachadas de inspiración claramente neoplateresca. El alzado se compone de tres pisos más sótano y las fachadas se organizaron a través de grandes arquerías ocupando los dos primeros pisos y una hilera de ventanas de medio punto ejecutadas en ladrillo para el tercer piso que recuerdan a la tradición mudéjar. Las cornisas estaban coronadas en origen con una elegante balaustrada de inspiración renacentista con los escudos de Valladolid.

En 1961 el edificio ya había perdido los remates de la balaustrada.

El acceso mediante un arco de medio punto se hace por la fachada principal orientada al noreste, en una esquina trapezoidal que se forma en el centro, y que estaba rematada por una torre del reloj cuadrada muy similar a la del Palacio de Comunicaciones de Madrid. Aquí se encontraba en origen una puerta de hierro repujado con un tímpano de flores y dragones en torno al escudo de la ciudad que ahora ocupan una puerta de acero y cristal modernos y el cartel de correos sobre el que se sitúa el antiguo tímpano de hierro repujado. Por último, las fachadas se embellecían con obras artesanales tales como las rejas de inspiración renacentista, los azulejos con temas del siglo XVI y los estucados con molduras y elementos arquitectónicos platerescos y renacentistas. En el momento de su inauguración el edificio fue elogiado por su luminosidad, distribuciones e inspiración en la tradición neoplateresca castellana.


Puerta principal en la actualidad.

Sin embargo, con el objetivo de ampliar el edificio con una cuarta planta a mediados de los sesenta debido a la falta de espacios se añadió un nuevo piso anodino y sin plasticidad que hizo desaparecer la torre del reloj y la balaustrada platerescas, por lo que el edificio perdió su carácter nobiliar y la estructura palaciega por un volumen que ha igualado la fachada de la puerta principal con el resto del edificio y le ha dado una sobriedad que concuerda con el mensaje de rectitud moral de la época. Así, un edificio que era exponente de una acción conjunta y una época fue transformado por una cuestión de funcionalidad, sin atender a si era preciso conservar el estado original o no dado que era un edificio relativamente joven.

Estado actual del edificio con la reforma de los años 60.

Bibliografía y enlaces de interés:

Berzal, E. (4 de marzo de 2017). El destrozado palacio de los carteros. El Norte de Castilla. Recuperado de: https://www.elnortedecastilla.es/valladolid/201703/04/destrozado-palacio-carteros-20170211120917.html
Valladolid Web. Monumentos y Edificios. Edificio de Correos. Recuperado de: 
Baladrón Alonso, J. (4 de febrero de 2014). Arte en Valladolid. La obra del arquitecto modernista Jerónimo Arroyo en Valladolid. Recuperado de: http://artevalladolid.blogspot.com/2014/02/la-obra-del-arquitecto-modernista.html

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Teatro Fleta: cómo rehabilitar un edificio y destruirlo en el intento.

Teatro Fleta antes de la rehabilitación.

Para cualquiera que sea de Zaragoza y naciera durante los 90 este edificio de la avenida César Augusto pasa inadvertido, a lo que ayuda que durante la última década haya estado tras una tupida cortina de andamios y lonas en los que nunca parecía haber actividad para consuelo del cliente del hotel de enfrente que no llegaba a ver desde las plantas más bajas el estado de ruina del edificio.

El Cine-Teatro Fleta se construyó con el nombre de Teatro Iris entre 1954 y 1955 como parte de la remodelación del espacio de cine y teatro del Iris Park de 1931 dentro de un plan más ambicioso de la época para abrir la futura avenida César Augusto (entonces General Sanjurjo). Los cines-teatro fueron una categoría de recinto muy extendido durante el siglo XX, aunque el Fleta terminó dedicándose fundamentalmente a la proyección cinematográfica. El nuevo Teatro Iris levantado por el arquitecto zaragozano José Yarza García en estilo racionalista destacaba por la estructura en hormigón armado revestida en las fachadas por el tradicional estilo local de ladrillo amarillo visto así como por la decoración de máscaras teatrales policromadas simulando un arco iris. En principio, fue concebido como edificio monumental con una estética moderna de inspiración nórdica que articulara el entorno de la nueva avenida, pero con el paso de los años perdió esta función al encajonarlo entre bloques de pisos. En resumen, se trataba de darle un lavado de cara a una ciudad provinciana que con la guerra civil y la dictadura se había desconectado de las influencias internacionales y vuelto a reminiscencias del pasado. De hecho, se piensa que el arquitecto pudo tomar inspiración del Teatro City de Amsterdam de Wils y Rosenthal (1935).

Avenida General Sanjurjo, 1976. El Teatro Fleta se encuentra a la izquierda

El teatro se dividía en dos cuerpos que no dejaban lugar a dudas de la función del edificio: el primero era algo achaparrado, de aspecto macizo que se solucionaba aportando dinamismo mediante un perfil superior diagonal, contenía la zona de butacas con un aforo de 1710 personas, la caja de escaleras y vestíbulos, mientras que el segundo bastante más esbelto lo constituía la caja escénica. En el interior, el edificio se elevaba cuatro metros sobre el suelo con el objetivo de dedicar los espacios a usos comerciales, realizar un pasaje (que no se realizó) y mejorar la circulación en los vestíbulos y salidas de manera similar a como estaba realizando el propio José Yarza en el edificio de los Cines Palafox. En cuanto al vestíbulo, decorado por un mural de Javier Ciria, era sostenido por un hipóstilo y de él partían las cajas de escaleras y pasarelas de acceso similares a las que podemos encontrar en los Cines Palafox. En cuanto al anfiteatro, se sostenía sobre radiales de hormigón armado consiguiendo una gran prolongación del vuelo sobre el patio de butacas. De la embocadura del escenario (una de las más grandes en su momento) y la compleja caja escénica se conservan desmontadas las máscaras teatrales que la decoraban a ambos lados.

A la izquierda el vestíbulo y escaleras. A la derecha el escenario, patio e butacas y anfiteatro.

En 1958 se decidió cambiar el nombre del teatro por Teatro Fleta en homenaje al tenor aragonés Miguel Fleta. En 1981 el cine no vivía buenos momentos y la empresa propietaria empezó a barajar la demolición y venta del solar, pero esta se paralizó. En 1986 fue calificado como bien de interés arquitectónico por el Plan de Ordenación Urbana de Zaragoza, hecho que llevó a los propietarios a demandar una indemnización por no poder rentabilizar el solar y en 1996 fue incluido en el registro de la Fundación Docomomo Ibérico como uno de los exponentes del Movimiento Moderno en Aragón. Hay que decir que ya entonces el edificio necesitaba al menos algo de mantenimiento de la fachada que había perdido toda la policromía. En cualquier caso, tras años de conflictos fue adquirido por el Gobierno de Aragón en 1998 y en 1999 finalizó su actividad saliendo a concurso en 2000 para su rehabilitación como teatro de ópera. Y entonces empezó la verdadera debacle del edificio siendo paralizadas las obras en 2003 porque descubrieron que no era lo bastante grande para albergar un teatro de ópera (algo que ya avisaron distintas organizaciones) y, para colmo, algo habitual en Zaragoza es que prácticamente todo el centro se asienta sobre la ciudad romana o medieval por lo que aparecieron ruinas. 

Estado actual del solar y los restos del edificio.

En su estado actual, del edificio solo se conservan desmontados los ornamentos teatrales, las fachadas y partes del vestíbulo y cubierta y pese a estar protegido dentro del Plan de Urbanismo terminó perdiendo el módulo que albergaba la caja escénica durante el intento de reconversión en ópera. Desde entonces se suceden las cascadas de propuestas de nuevos usos por parte del Gobierno de Aragón como sede de distintas organizaciones y organismos que finalmente son echadas para atrás por problemas para albergarlas, se han dilapidado partidas en obras fallidas y lo que queda desde 2003 es un edifico prácticamente en ruinas por la inoperancia de la administración para encontrar un uso factible y racional para el edificio. En resumen, se puede decir que no hay lona ni andamio lo bastante grande para cubrir el fracaso que ha supuesto la rehabilitación de este edificio y un buen ejemplo de lo que pasa cuando no se proyectan bien las cosas.



Bibliografía y enlaces de interés:


Martínez Herranz, A. (1999). El Teatro-Cine Fleta y la renovación de la arquitectura zaragozana en la década de 1950. Artigrama, núm. 14, 391-413. Recuperado de: http://www.unizar.es/artigrama/pdf/14/4varia/9.pdf

La DGA rescinde el contrato del Teatro Fleta, (28 de octubre de 2004). El Periódico de Aragón. Recuperado de:https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/escenarios/dga-rescinde-contrato-teatro-fleta_146894.html

Zapater, P. (5 de febrero de 2018). Teatro Fleta, 20 años de una compra y un olvido. El Heraldo. Recuperado de:https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2018/02/05/teatro-fleta-anos-una-compra-abandono-1222573-1361024.html

Observatorio de Espacios Escénicos. Gran Teatro Fleta. Zaragoza. Recuperado de: http://espaciosescenicos.org/Gran-Teatro-Fleta-Zaragoza