lunes, 20 de abril de 2020

La Torre Nueva de Zaragoza: la falta de protección del patrimonio en el XIX.

Mural de la Torre Nueva en la calle Torre Nueva, Zaragoza.

La Torre Nueva de Zaragoza constituye uno de los ejemplos de patrimonio histórico derruidos a causa de la especulación urbanística. Y que mejor ejemplo que volver a uno de mi propia ciudad. Se trataba de una torre inclinada mudéjar civil levantada entre 1504 y 1512 por orden del concejo para alojar el reloj de la ciudad (obra del relojero Jaime Ferrer) y las campanas que dieran las horas en la actual Plaza de San Felipe. También servía como punto de visión para controlar incendios y durante los asedios. En su construcción intervinieron tanto maestros de obras cristianos como Gabriel Gombao y Antón Sariñena, como los moriscos Ismael Allabar y Monferriz y hasta un hebreo llamado Jude Galí. Para algunos autores era la sustitución de una torre andalusí previa del siglo X-XI.
Como suele ser habitual en las torres mudéjares, la torre es de ladrillo cara vista y medía 80 metros divididos en cuatro niveles siendo el primero con forma de estrella de dieciséis puntas y un zócalo octogonal y los siguientes octógonales con contrafuertes siendo un caso habitual en otras torres mudéjares como la de Santa María de Calatayud. Las techumbres en origen eran ocho pirámides rematadas por esferas de piedra que fueron sustituidas en 1680, en 1749 se opto por un chapitel con una aguja triple en pizarra que fue retirado en 1878 por otro mas sencillo a cuatro aguas. La fachada del conjunto estaba adornada, como suele ser habitual en el mudéjar, con paños de lacerias, cerámicas pintadas, angrelados, cruces, estrellas, espinas de pez, arcos ciegos geminados, etc, con vanos apuntados en el segundo y tercer nivel, y una galería de arcos de medio punto en el cuarto. 

Torre Nueva con el chapitel del XVIII.

El reloj de la torre fue situado en el segundo cuerpo y sustituido en múltiples ocasiones a lo largo de su dilatada existencia, siendo el ultimo colocado solo 12 años antes de su derribo por Pedro Pitschel. Sin embargo, su mayor característica se la daba su palpable inclinación. Dicha inclinación se la daba un defecto de fábrica entre el primer y segundo cuerpo al fraguar antes el lado sur que el norte por la rapidez en su construcción (en solo 15 meses) ocasionando que la torre se inclinara hacia esta dirección. Durante los casi 4 siglos que estuvo en pie su peculiaridad no pareció que hiciera peligrar su estabilidad pues entre 1741 y 1868 se realizaron informes donde se atestigua que la inclinación no comportaba peligro de colapso.
Esfera del reloj en el museo de la Despensa de Montal.

A causa de dicha inclinación acabó convirtiéndose en símbolo de muchas de las imágenes y grabados tomados de la ciudad de la misma forma que el campanario de la catedral de Pisa aparece en muchas postales. Además, Zaragoza era famosa por la innumerable cantidad de torres y campanarios que se erguían sobre el caserío, pero la torre del reloj era la más impresionante de todas. De hecho, en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós (1872-1912) el autor la describía como un enorme gigante que parecía que miraba al espectador desde el cielo y el que la veía desde el suelo tenia la impresion de que la torre se le venía encima.
Grabado alemán de la Torre Nueva de 1828.

En 1846 una tormenta deja la torre dañada y empezaron las quejas de los vecinos de la zona por miedo a un posible derrumbe por falta de mantenimiento pese a que llevaban 3 siglos y medio viviendo bajo la sombra de una torre inclinada. El arquitecto José de Yarza y Miñana aconsejó su restauración, pero otros eran de la opinión de que la torre no tenía valor artístico y debía ser derribada. El arquitecto consigue que le dejen repararla en 1858. En 1869 los arquitectos Pedro Martínez Sangrós y Juan Atienza vuelven a dar fe de que la torre no tiene ningún problema de estabilidad, pero las quejas no paran.
Torre Nueva tras 1878 con un tejado más modesto.

En 1892 los arquitectos de la Real Academia de San Fernando Antonio Ruíz de Salces y Simón Ávalos dan un informe negativo aduciendo peligro de derrumbe por la inclinación y el ayuntamiento procedió a su demolición pese a que intelectuales como los hermanos Gascón de Gotor y vecinos se opusieron al derribo. En 1893 la torre había sido demolida, las campanas fueron llevadas al campanario del Pilar en 1896, el reloj está ahora en el Museo de la Torre Nueva en el restaurante Despensa de Montal  y curiosamente dejaron a los vecinos subir a la torre para despedirse pese al peligro de derrumbe.
Hoy día, la legislación no habría permitido desmantelar esta torre salvo que hubiera peligro inminente de derrumbe. Cuando fue derribada realmente comenzaban a estructurarse los mecanismos de protección del patrimonio, pero en aquel entonces solo contaba con las críticas y opiniones de expertos y el público. En la actualidad de ella solo quedan las losas del suelo que marcan su emplazamiento en la plaza San Felipe, una escultura en bronce de Santiago Gimeno Llop de un memorial de 1991 y un mural pintado sobre la fachada de un edificio de la calle Torre Nueva por los restauradores Vicente Gómez Arbiol y Fabiola Gil Alares. Este ultimo formó parte de una propuesta de la arquitecta Úrsula Heredia en 2008 de pintar monumentos desaparecidos de la ciudad.
Mural, lugar de la edificación y el Niño Sentado en la Plaza de San Felipe.

Bibliografía y enlaces de interés:

Ferrández Sancho, G. (2 de mayor de 2016) La Torre Nueva. Zaragoza. La Historia de un "Turricidio". El Viaje de la Libélula. Recuperado de: https://www.elviajedelalibelula.com/single-post/2016/05/02/La-Torre-Nueva-Zaragoza-La-historia-de-un-Turricidio

Tzagr alAndalús. Aragón andalusí. La Torre Nueva de Zaragoza. Recuperado de: https://sites.google.com/site/zagralandalus/la-torre-nueva-de-zaragoza